Sombras

¡Rápido, cierra la puerta!
La dijo antes de abalanzarse sobre ella con un fuerte abrazo. Estaba confusa y asustada, la aparición repentina y sofocada de él no la daba muy buena espina. El calor de su abrazo la tranquilizó y pensó que no debía ser tan grave. Se separaron y miraron a los ojos... quería probar el sabor de sus labios una vez más. Llevaba un camisón de seda transparente, que él miraba deseoso de arrancar suavemente con sus manos. Le cogió del cuello y empezó a besarle con ternura y pasión acumulada, como si hiciera días que no se vieran. Él acarició sus brazos y su mejilla derecha y comenzó a besarla el cuello, con sus labios carnosos y cuidadosamente, con besos chiquitos y sensuales. Ella le quitó la camisa negra, empapada de sudor, que llevaba; aún podía respirar su fragancia favorita del cuello de la camisa. Amaba ese perfume. Rozaba con la punta de sus dedos el torso desnudo de su amante. Se sentaron en la cama, y comenzó a masajear los hombros de la chica con dulzura, mientras la despojaba de su camison de seda. La caida de la tela acariciaba el cuerpo de la chica con una suavidad extrema y sin apenas darse cuenta estaban envueltos en las sábanas con la temperatura muy elevada; arrastrados por la pasión y el deseo que sentían el uno por el otro.

Recien duchados, se acurrucaron en el sofá abrazados. Resbalaron dos lágrimas de la mejilla del chico; ella notó la humedad de la gota en su hombro y pasó su dedo pulgar por el lagrimal de él.

-He matado a alguien. - dijo él, mientras abrazaba con mas fuerza a la chica.
Ella palideció. ¿Realmente sabía quién era la persona con la que se acostaba día tras día? Ya daba igual, ya no había tiempo de rectificar; o al menos eso pensaba ella mientras un fino hilo de sangre resbalaba por su pecho y veía la sombra de su amante alejarse de ella lentamente...


Bruja.