martes, 25 de noviembre de 2008
Despertó sobresaltada, bañada en sudor; aun sentía el placer provocado por ese sueño. Aun sentía como sus labios la cubrían de besos, aun notaba como su mano se deslizaba por sus muslos, temblorosos y canelas, como su rostro. Aun notaba esa explosion que él le provocó al poseer su cuerpo. -Solo fué un sueño- pensó. Pero realmente soñaba que se hiciese realidad. Miró por la ventana mientras bebía su capuccino a sorbitos. Un manto gris se apoderaba del cielo azul que se contemplaba ayer en la ciudad. Comenzó a llover cuando tenía pensado salir de casa. El aguacero azotaba los tejados de las casas de enfrente, casi pareciendo derrumbarlos en cuestion de segundos. Salió sin paraguas. Pensaba en él. Pensaba la forma de desengancharse, pero no la encontraba; no tenía forma alguna. Tampoco quería encontrarla, y no se molestaba en buscarla. El agua le caía por la cara, parecía una cascada. Eso disimulaba sus lágrimas; que caian con la misma fuerza que la tormenta. Se paró en un café que había no muy lejos de su casa, pidió un capuccino y lo bebió a sorbitos nuevamente mirando la lluvia caer. Quisiera estar con él, entre sus brazos; apartarle el cabello con mi mano mientras le besaba; mientras mis dedos dibujaban el amor en todo su cuerpo y los suyos en el mío, creando espasmos en ambos. Jugar con su cuello, dibujar sus labios con mi lengua. Pero aquello solo se avivaba en sus sueños y en sus pensamientos diurnos y nocturnos. Necesitaba sentir esa colisión de sentimientos, ese cúmulo de placer-deseo que vivía cada noche cuando soñaba con él. Regresó a casa temprano y miró a ver si ciberneticamente le encontraba. Su rostro ennegreció de tristeza y se tumbó en la cama. Se acurrucó en las sábanas, cual niña pequeña cuando siente el frío recorrer su piel y sus venas, y se quedó dormida queriendo encontrarse con él nuevamente en sus sueños.
Despertó allí, a su lado; abrió los ojos y se cruzó con su mirada. Hacía tiempo que la lujuria no formaba parte de su desayuno y la saborearon como si fuera una novedad para ambos. Se alargó hasta el almuerzo. Ella le pidió que la mirara a los ojos y la dijera eso que ansiaba escuchar de sus labios a sus oidos. El susurro se hizo eterno y lo acompañó con el juegueteo de su lengua entre el lóbulo de su oreja, mientras ella acariciaba su torso desnudo. No sabía si estaba despierta, o dormida... solo sabía que no quería cambiar ese momento por nada del mundo, que si dormía no quería despertarse jamás. Así pasaron todo el día, intercambiando miradas, besos guardados durante mucho tiempo, secretos y placer.
La costaba abrir los párpados la mañana siguiente, de hecho no era capaz. Sin llegar a abrir los ojos apreció una sombra oscura que la tendía la mano, una mano realmente que no distinguía; desconocida. Se levantó y miró a su espalda. Un lago de sangre cubría la sábana que noche atrás la había cobijado, como niña que siente el frío corriendo por su cuerpo. Lo ultimo que llegó a divisar antes de acompañar a la muerte... fueron los cortes en su brazo.
jueves, 6 de noviembre de 2008
miércoles, 5 de noviembre de 2008
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